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RAMIRO MELÉNDEZ: EL HOMBRE DETRÁS DEL MITO DEL CINE MEXICANO

Óscar Hemberth Moreno

Cali, Valle de Cauca

Licenciado en Historia de la Universidad del Valle




Fotos: Oscar Hemberth Moreno

La década del sesenta fue decisiva no solo para la historia de México, también lo fue para su industria cinematográfica. Las historias de charros, mamacitas y luchadores pasaron de ser el leitmotiv a encontrarse con una nueva ola de cineastas que pedían contar otras historias, las de un México más urbano, para ellos más real. Entre ellos, un joven colombiano aterrizó en tierra azteca y pasó de ser el chofer de su hermana Betty Meléndez a consagrarse en uno de los productores más importantes de la industria nacional mexicana. Ramiro Meléndez López, el caleño que sentó las bases para el cambio en el séptimo arte mexicano.


La cultura es, en primer lugar, expresión de una nación,

de sus preferencias, de sus tabús, de sus modelos.

En todos los niveles de la sociedad global se constituyen otros tabús,

otros valores, otros modales. La cultura nacional es

la suma de todas esas apreciaciones.


Frantz Fanon, Los condenados de la tierra


El cine mexicano ha encontrado prestigio en el ámbito cinematográfico internacional gracias al trabajo de cineastas contemporáneos como Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro, quienes han conseguido diversos premios internacionales y la aceptación del público en general. En la década del cincuenta su industria se apoyaba en grandes figuras como Emilio Fernández, Alejandro Galindo, Ismael Rodríguez y Roberto Gabaldón; sus películas destacaban temas como el amor trágico, las telecomedias, el nacionalismo, el Cantinflas y la revolución. ¿Qué hizo cambiar ese arquetipo en el carácter del cine clásico mexicano?


A mediados de los años cincuenta la cantante y actriz Betty Meléndez fue contratada por el famoso actor y cantante Antonio Aguilar para una gira musical y filmar tres películas en México. Su hermano, Ramiro Meléndez, con catorce años de edad, la acompañó durante la gira; pero fue tal el éxito de Betty en el país azteca que su contrato se extendió de manera indefinida, obligando al joven Ramiro a culminar sus estudios en la capital.


Ramiro, joven, entusiasta e inquieto, a una edad muy temprana quiso estudiar teatro en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y la carrera de cine en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Su vida transcurría entre trabajar para su hermana y hacer dos carreras en simultáneo. Fue en el CUEC donde conoció a los que serían no solo sus grandes amigos, sino los próximos íconos del nuevo cine mexicano: Jorge Fons, Gonzalo Martínez Ortega, Jaime Humberto Hermosillo, Alberto Bohórquez y Juan Manuel Torres.


Ramiro y sus compañeros fueron el resultado de un “mural” de acontecimientos, actitudes y emociones de un México que vivía diferentes corrientes artísticas, la euforia política global, revoluciones continentales, la llegada del “cine de autor” y la fuerza del movimiento estudiantil de 1968. Esta base social y política permitió establecer las condiciones para una nueva cinematografía por fuera de la temática conservadora. La nueva ola requirió otras voces de jóvenes escritores, directores y productores visionarios, que pretendían alejarse del cine de las “comedietas” musicales, westerns norteños y de los melodramas fáciles; en cambio buscaban reflejar crudamente la realidad social del país de manera honesta.


En medio de sus estudios Ramiro fue contratado para dirigir y producir en Telesistema Mexicano, canal que luego pasaría a ser Televisa. Poco tiempo después pasó a trabajar en la Televisión Independiente de México, también conocida como Cadena TIM o Canal 8. Ramiro trabajó rigurosamente en varios programas, al igual que su amigo, el gran artista mexicano, Roberto Gómez Bolaños, con quien jugaba todos los jueves dominó y platicaban de historia latinoamericana. Ramiro creció en el ambiente de la televisión como director y productor, por ello fue admitido muy tempranamente en la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM). Es en el Canal 8 donde Ramiro conoció y se hizo alumno del famoso director, actor y productor Luis Buñuel, quien le presentó al actor español Enrique Rambal Saciá, con quien trabajaría en el popular programa Dos y su Show.



El giro en el cine mexicano


¡No me hice director, me hicieron! Un productor me dijo: no podemos perder el tiempo que tú te gastas en escribir una película para que la estropee un mal director, y me dijo textualmente, la próxima o la diriges tú o no produzco más. Esta es la anécdota que solía contar el guionista español a su llegada a la dirección de cine gracias al productor colombiano Ramiro Meléndez, quien produciría uno de los filmes más emblemáticos de la historia del cine mexicano, Mecánica Nacional (1971), película que abrió paso al nuevo cine nacional. En 1994 la revista Somos decidió incluirla en la lista de las cien mejores películas del cine mexicano.


Ilustración: Santiago López Carvajal

Ramiro quería criticar varios elementos simbólicos típicos de la cultura mexicana, el machismo, la mamacita, la élite blanca, los españoles y cómo es vivir en México. Luis Alcoriza, a quien se le recuerda por su estrecha colaboración con Buñuel, hizo guiones importantes como Los olvidados (1950) y El ángel exterminador (1962). Después de conocer a Ramiro decidieron buscar una idea original para filmar una nueva película. Pasaron por sus manos un buen número de guiones, textos e ideas, pero Ramiro no se convencía aún, deseaba algo distinto, una idea que le diera la posibilidad de tomar un nuevo camino.


Después de tres meses de lecturas, un amigo productor llegó con una idea en un pequeño papel a los estudios Durango, donde Ramiro tenía su oficina. En dos líneas decía: “una mujer muere en medio de una carrera de autos, en la carrera panamericana”, Ramiro llamó a Luis Alcoriza y comenzaron a trabajar en Mecánica Nacional; concebida como un gran retrato de personajes urbanos, es una crítica a las costumbres mexicanas vista desde personajes como Eufemio, dueño de un taller mecánico y aficionado a las carreras automovilísticas, el padre machista, la hija moderna, el valentón, y por supuesto la abuela abnegada, entre otros con un mordaz sentido del humor. Ramiro llegó a pensar que con esta película iba ser expulsado de México, ya que había tocado cuestiones muy sagradas del país. Para su suerte el filme fue aclamado tanto por la crítica como por el público en general. Ramiro también cuenta como el periodista cubano José Pardo Llada, hincha a morir del Deportivo Cali, fue a quien se le ocurrió que la capital del Valle merecía un parque con un avión. Iba por las calles de la ciudad con su grabadora preguntándole a la gente sobre la película Mecánica Nacional, contándoles que era una película producida por un caleño, el éxito no solo sucedió en México sino también en su país natal.


Otro de los grandes filmes de Ramiro Meléndez fue Presagio, escrito por Gabriel García Márquez y Luis Alcoriza; editada por uno de los grandes colegas de Luis Buñuel, Carlos Savage; la dirección estuvo a cargo de Alcoriza, pero durante tres semanas la dirección estuvo al mando de Ramiro ya que Luis padeció durante ese tiempo una enfermedad en la piel. Presagio fue un filme de largo aliento, su historia se cuenta en una árida aldea donde a la partera, Mamá Santos, se le rompe la botella, símbolo que vaticina que algo terrible va a suceder. Superstición que influye en la vida de los lugareños; todos abandonan la aldea y Mamá Santos concluye que era cierto que algo terrible iba a pasar.


Conforme avanzan los setentas continúa produciendo películas de gran importancia para la cinematografía azteca: Los cachorros (Jorge Fons, 1971), a partir de la novela de Vargas Llosa; Fe, esperanza y caridad (1972), un conjunto de tres cortos que toman como pretexto las virtudes teológicas, dirigidos por Alberto Bojórquez, Alcoriza y Fons. En este filme Ramiro le pide a Luis Buñuel, quien siempre iba muy temprano a ver la filmación en el plató, hacer un extra; solo debía pasar por detrás del cristo interpretado por Milton Rodríguez. En esta escena Buñuel camina junto con una mujer hablando en francés detrás del faquir que dibujaba un cristo de espectáculo. Ramiro con este filme tocaba otro de los pilares más importantes de la cultura mexicana, la religión.


Cuando Ramiro volvió a Colombia, durante la alcaldía de Alfredo Carvajal Sinisterra en Cali, le otorgaron las llaves de la ciudad por su trayectoria y fama. Ramiro cuenta cómo Alfredo Carvajal lo llevó por un tour en la ciudad, entre muchos lugares fueron a la casa donde Ramiro había nacido, a un par de casas del Teatro Mariscal Sucre, donde su tía materna lo llevaba de niño a ver caricaturas. En esa visita Ramiro concreta el desarrollo de varias coproducciones con su país natal, la primera de ellas El muro del silencio (1971), de Luis Alcoriza, filmada en Bogotá y Santa Marta. El guion de este filme se remonta a una noche en la que se encontraban en casa de Luis Buñuel, Ramiro Meléndez, José de la Colina, Fernando Galiana, Paco Ignacio Taibo y Julio Alejandro, y por supuesto Luis Alcoriza. Bebían y comentaban sus experiencias familiares. La historia que se ve reflejada en el filme es cuando la madre de Buñuel preparaba un extraño brebaje con sangre para su hijo, con el fin de proporcionarle fuerza y vitalidad.


Ramiro Meléndez López tiene una extensa filmografía con más de 80 películas como productor, guionista y director, además de obras de teatro en diversos países como México, España, Colombia, Venezuela y Estados Unidos. También cabe mencionar que sus películas fueron las más taquilleras en la historia del cine mexicano de mediados de siglo XX. Ramiro ostenta un total de setenta y cinco premios internacionales, entre ellos la Concha de Plata en el Festival de Cine de San Sebastián y el trofeo Ariel de Oro a la mejor película en México. Ha recibido tres veces la estatuilla India Catalina del Festival de Cine de Cartagena, también el trofeo Perla del Cantábrico, un trofeo Miffet del festival de Milán, Italia, además de premios en los festivales de Taormina, Italia, Taschkent en Uzbekistan y un reconocimiento del Museo de Arte Moderno de Nueva York.


Ramiro Meléndez es un caleño que nos planteó los nuevos paradigmas en el cine latinoamericano y nos invitó a indagar cuáles son nuestras raíces, a pensarlas de manera crítica; una actitud imprescindible para nuestros tiempos.

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