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La Mujer Fatal: Eva, la causante de la mortalidad en el hombre del Paraíso Perdido de John Milton

Una mirada desde los símbolos de Gilbert Durand


María Camila Ruíz Portela

Guadalaraja de Buga, Valle del Cauca

Estudiante de Licenciatura en

Literatura en la Universidad del Valle


Multiplicaré tus dolores para la concepción:

parirás tus hijos con dolor; y obedecerás la voluntad de tu marido:

él te gobernará (pág. 295; Milton, 2014)


Gilbert Durand en su libro Estructuras antropológicas de lo imaginario propone toda una filosofía del imaginario con el uso del símbolo, no solo como una expresión cultural y social sino también como una motivación y operatividad de la imaginación que permea al ser humano. Es una explicación de cómo operan los símbolos en las representaciones del mundo y del universo desde dos perspectivas en la conciencia del ser humano: Régimen Diurno y Régimen Nocturno. En el Régimen Diurno nos va a explicar la angustia del ser humano con el tiempo y su cercanía con los símbolos animados, a los que llama Rostros del Tiempo, donde se permite exponer los símbolos que generan temor, no solo en relación a la muerte sino a su propia existencia efímera, es decir, símbolos que reemplazan o predisponen el temor a la caducidad del tiempo en el ser humano. Entre estos son descatables los símbolos teriomorfos (animales veloces capaces de devorar el tiempo), símbolos nictomorfos (todos los que tienen relación con la oscuridad, la noche y la luna) y símbolos catamorfos (tienen que ver con la caída y el fracaso que lleva el huir del tiempo).


Durand llama Mitocrítica al estudio en conjunto de las nociones de mito e imaginario. Es un campo de interpretación simbólica cultural que se trabaja desde textos literarios y demás, pues la literatura y otras artes proponen realidades idénticas y universales del ser humano a partir del lenguaje y el mito, con base en relatos del origen del mundo (cosmos) y el hombre, suscritos a una atemporalidad y universalidad, en sus diferentes expresiones y adaptaciones a diferentes contextos. En este contexto, podemos tomar El paraíso perdido de John Milton como objeto literario a través del objeto mítico: el paraíso perdido por Adán y Eva, mito bíblico del génesis judeo-cristiano, para desarrollar un acercamiento analítico de las imágenes simbólicas que se disfrazan con palabras y lenguaje, para rastrear la significación de las representaciones que hay de dichos símbolos en este poema épico moderno.


El paraíso perdido es un poema cargado de significaciones simbólicas, no solo por emular un emblema bíblico en la lucha de Satanás, sino también por mostrar el devenir del hombre y su condición humana de llevar el peso del pecado: la pérdida del paraíso creado por Dios a causa del drama entre Adán y Eva, quienes deambulan entre el bien y el mal, por consumir el fruto prohibido; causado no solo por la curiosidad de Eva sino la ayuda de Satanás transformado en Serpiente. Dichos símbolos operan a partir de Durand así: Mujer Fatal-Eva (símbolo nictomorfo) y la astucia de la Serpiente-Satanás (símbolo teriomorfo).


En el Canto IX, Satanás ha regresado al paraíso en forma de serpiente para que no lo descubran. Adán aún insiste en no separarse de Eva por su temor a la tentación del enemigo. Ella insiste en separarse de él. La serpiente aprovecha esto y la incita a probar del fruto diciéndole que le ha otorgado el don del habla y la razón aun siendo un animal, cosa que sorprende a Eva, entonces cede a comerlo, no sin antes buscar a Adán para convencerle. Come el fruto y luego lo hace Adán. La desnudez en ellos se torna extraña y ante el acto cometido deciden culparse mutuamente. No obstante, los primeros padres del mundo no sospechan que han marcado su destino en el tiempo y sufrirán un triste destino: el castigo de la mortalidad por la desobediencia a Dios y la expulsión del Paraíso, lugar al que jamás podrán regresar.


Esta parte del libro nos ofrece de nuevo el relato bíblico del Génesis donde el ángel caído decide tomar la forma de la Serpiente, simbolismo animal-reptil, con un mensaje teriomorfo, como una deidad del mal transformada en animal. Para Durand, la serpiente es considerada un animal repugnante con movimiento serpenteante y rastrero, es decir, un fugaz dinamismo. (Estructuras antropològicas de lo imaginario: Introducciòn a la arquetipologìa general, pág. 67). Por lo tanto, este símbolo de la serpiente opera como un símbolo teriomorfo, como un animal lunar al manifestarse a partir de la noche como la provocadora directa del castigo de lo que será ser una mujer fatal en toda la historia cultural del mundo. La mujer fatal (Eva) está unida a la muerte y a la feminidad, esto quiere decir que tiene una vinculación estrecha con la luna y el simbolismo acuático: esta vinculación se da primero cuando Satanás, aún sin convertirse en serpiente, decide salir de noche e introducirse en el agua clara del Edén (símbolo isomorfo). Sin embargo, Satanás, al ser un símbolo del mal, ya ofrece un gran peso simbólico al agua, pues es por medio de esta que posibilita su transformación; aquí el agua tocada por este ángel caído se convierte en la desgracia del tiempo y obtiene un carácter fatal (Durand, 1981, pág. 90).


El momento en que Satanás huye y regresa, sirve para ejemplificar el símbolo del agua en la noche en relación con la serpiente como un animal lunar: “Huyó durante la noche y regresó a la hora de la medianoche de su viaje alrededor de la tierra […]”. (Milton, pág. 249).

Sumergirse en el agua ejemplifica que las aguas están en constante isomorfismo, debido a que están sometidas al flujo lunar, ya que su arquetipo es menstrual (castigo divino de la mujer culturalmente). De igual manera, el árbol de la vida también permite otorgar vida a lo que hace la mujer. (Durand, pág. 95):


Había allí un lugar que ahora no existe y que el pecado antes que el tiempo ocasionó su mudanza, por donde el Tiris se abría un pasaje subterráneo al pie del Paraíso, hasta que parte de sus aguas subían en forma de una fuente junto al árbol de la vida. Satanás se hundió con el río y se levantó con sus aguas envuelto en la exhalación de sus vapores. En seguida buscó donde ocultarse […] (Milton, 2014, pág. 249)


Encontramos otro ejemplo cuando Satanás decide examinar todo animal con profunda atención para ver cuál sería el más astuto para servir a sus artificios, y halló que la serpiente era la más artificiosa de todas las bestias del campo. Así, se comprueba el símbolo teriomorfo de la serpiente como una bestia: “[…] Porque en la astuta serpiente ningún artificio sería sospechoso, como producto de su natural astucia y sutileza, mientras que en las otras bestias, despertarían la sospecha de ocultase en ellas un poder diabólico superior al instinto animal”. (Milton, 2014, pág. 251)


Por lo tanto, al existir la vinculación de la serpiente con la mujer fatal, nos introduce a esa referencia mitológica de la mujer judeo-cristiana y su castigo divino como un arquetipo universal: la mujer lleva a la fatalidad y a la caída del hombre. Eva, quien condenó a su esposo Adán y a toda la humanidad al destierro por su curiosidad, recibe el castigo más fuerte, prototipo de la feminidad sangrante y negativamente valorizada, arquetipo de la mujer fatal: “Multiplicaré tus dolores para la concepción: parirás tus hijos con dolor; y obedecerás la voluntad de tu marido: él te gobernará” (pág. 295; Milton, 2014).


En Durand, los símbolos teriomorfos (serpiente) y nictomorfos (agua-mujer), se dirigen al primer aspecto menstrual, esta agua ya introducida por Satanás, cuyo aspecto viene a determinar la valoración de la sangre como dueña de la vida y de la muerte; también es el primer temible feminoide reloj humano, el primer signo humano al drama lunar y al tiempo. Esto implicará la caída del hombre (Adán) y su desgracia mortal, es decir, un resultado del símbolo nictomorfo. En efecto, la negativa menstruación de la mujer fatal, es el resultado antagónico de las secuelas secundarias de la caída (símbolo nictomorfo). Según Durand:


Este pecado original desemboca así una feminización que viene a converger con la misoginia que dejaba transparentar la constelación de las aguas sombrías y de la sangre. La mujer, de impura que era por la sangre menstrual, se convierte en responsable de este pecado. En la Biblia, aunque la serpiente no provoque directamente la menstruación, no por ello su intervención deja de provocar consecuencias ginecológicas. (Estructuras antropològicas de lo imaginario: Introducciòn a la arquetipologìa general, págs. 107-108)


Este símbolo de caída en Adán aparece como consecuencia del castigo divino introducido en la mujer fatal: Eva. Es el símbolo del terror y del tiempo nefasto para los primeros seres humanos: su mortalidad y el temor a lo efímero de la vida. John Milton aporta aquí un guiño al contexto del árbol de la vida consumido por alguien que la otorga de igual modo, haciendo así que la mujer otorgue la vida y la pueda quitar, por haber consumido el fruto, no del conocimiento sino de la muerte por la que siempre espera y combate el ser humano.

Me remito a cerrar con la cita de Durand frente a la rivalidad del hombre con los símbolos ya mencionados: “La rivalidad en entre la serpiente, animal lunar, y el hombre, parece reducirse en numerosas leyendas a la rivalidad de un elemento inmortal, regenerador, capaz de cambiar de piel, y del hombre caído de su inmortalidad primordial”. (Estructuras antropològicas de lo imaginario: Introducciòn a la arquetipologìa general, 1981, pág. 107). Se trata, por lo tanto, de un elemento bíblico-mítico y de cómo Eva pudo influir en el comienzo de la fatalidad en la mujer y en su desgracia, a todos los daños de la humanidad, haciendo que esta idea se origine repetitivamente en el imaginario del ser humano frente a su moral y religiosidad, causando así un mito llamado castigo divino.


Bibliografía

Durand, G. (1981). Estructuras antropológicas de lo imaginario. Madrid, España.: Taurus.

Gutièrrez, F. (2011). La Mitocrítica de Gilbert Durand: teorìa fundadora y recorridos metodològicos. Thèleme. Revista Complutense de Estudios Franceses, 15 págs.

Milton, J. (2014). Paraíso Perdido. Bogotà, Colombia: Panamericana.

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