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CARTA A PABLITO

Andrea Nathalia Díaz Lasso.

Cali, Valle.

Estudiante de Licenciatura en Literatura, Universidad del Valle.


 

En algún lugar del cielo, noviembre 27 de 1989.




Querido Pablito,

¿Por dónde empezar? Sí, te entiendo, no es fácil arrancarse los sueños y mucho menos cuando tu segunda opción consiste en hablar macumba que ni tú ni el pueblo creerá. Sé que amabas correr tu adorada Copa Renault y te tocó pasar del idílico sueño peterpansiano a ser trabajador corriente del Estado. A saber a todas éstas qué tenías en mente, pero quién te mandó a pasarte con el raye de la yerbita y tener la ambición del diablo.

Ya sabía que tenías tus torcidos, de corredor a político caprichoso hay una diferencia, no tan grande como entre ésta última y el narcotráfico, pero una diferencia a fin de cuentas. Así que ven, ¿de verdad era necesario cogerla contra nosotros? ¿No era más simple, y menos contradictorio, ser el siguiente Gaitán robinhoodiano ya que tan Santa Madre del populacho predicabas ser?

Pues déjame aclararlo, que el que peca y reza, no, no empata. Hasta el pueblo más regalado tiene su dignidad, y por ello puede que terminaras en un tejado como rata abandonada. Ese año de 1993, te lo juro, sentiría un fresquito.

La guerra era entre ustedes, burgueses encorbatados de constitución política y pistola en mano, y sí, nos afectaba, no era más que encender la TV para empezar a recibir el galante saludo de un país en llamas, gran forma de despertar. La Nación estaba en pique bajo la política del dinero fácil, pero al menos era posible irse a comer un cholao a canchas, caminar por los parques y quejarnos del gobierno corrupto que elegimos. Para bien o para mal, éramos libres.

Luego mataste a Lara Bonilla, que también tenía sus tintes corruptos por mucho que luchara contra el narcotráfico, ahí empezó el mierdero. El mierdero, no tanto por la muerte como por el hecho de imaginar que aquello pudiera pasar, al que todo colombiano asistió y cayó en cuenta, por fin, de que no serían bombas de papel. Después Cano, Parejo, Pastrana, Hoyos y Galán: Galánsito: lo único políticamente medio salvable después de Gaitán y vos, pedazo de idiota, alborotaste el avispero y te largaste. Soluciones, eso nos debías, no tamales, parques ni lluvias de dinero que no durarían nada. Si te soy sincera, nos veíamos como pollitos perdidos detrás de cualquier insulsa gallina, mientras ustedes, élites, jugaban a hacer sancocho. Las luces, el miedo y el ruido de cada bomba, cuerpo y ausencia nos terminaron de aturdir.

Hasta para ser narco hay que ser inteligente, cariño. El poder y el capricho suelen ser mala combinación de sabores y si le sumas tu sadismo y negligencia, adivina, lo que obtienes es el grandioso show pirotécnico de un jodido avión Boeing 727 con ciento diez personas que ni puta idea tenían de que hacía falta un tripulante que no abordaría, tu tripulante. ¿Sabes cuánto me costó conseguir ese vuelo 203 de Avianca a las 7 am? Mucho, comencemos por el robo económico frentero, sigamos con la solicitud de un permiso laboral frente a un jefe que solicita faldas cortas solo por la estética locativa, y finalicemos con una agenda apretada por tener que ir a enterrar un hijo, muerto por las confusiones operativas de tus perros motorizados. Así que, ¿realmente pensaste que con solo disparar la carga de explosivos en ese vuelo 203 de Avianca Cesar Gaviria estaría muerto? Pequeña sugerencia, querido asesino: confirmación de check in y abordaje.

Serás paisa pero la colombianada no te luce. Así que aquí te espero, muerta por sospecha.



Con amor, tu fail del terrorismo. XOXO


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