Saúl Antonio Munévar
Cali, Valle del Cauca
Estudiante Licenciatura en Literatura, Universidad del Valle
18 de junio de 2021, Santiago de Cali
Fotograma tomado de: Canal Trece Colombia. 4 de mayo de 2020. Homenaje a Manuel Quintín Lame - Antonio Caro - Lo que el arte no olvida. Minuto 8:10.
Él contaba el pasado de aquel presente,
el porqué y el cuándo de tanta desdicha:
desde el antes, se podía ir inventando otro después.
Hombre porfiado - Eduardo Galeano
Recordado Quintín Lame,
He visto la firma de sus denuncias que son como cartas para la historia. No puedo mentirle, usted lo sabría, me ha sorprendido su firma. Aunque “firma” sería una forma muy occidental de llamarle; estoy seguro que donde yo veo una serpiente sus ojos ven la marca sagrada de una diosa de la selva. ¿Qué opinaría un grafólogo respecto a su letra? ¿Qué diría una chamán de su nombre? Aún no se ha inventado el oficio de la “herpetografía” o la “serpentografía”, disciplina que estudiaría las rúbricas de las serpientes. El contraste es notorio. Es una lucha de dos especies gráficas; la primera, occidental, impuesta, alfabética, estructurada sin más significado y sonido que el de sí misma y el que le suministran sus signos vecinos. La segunda, cosmogónica, orgánica, simbólica, originaría y cambiante como los ríos madre que tejen las orillas de la tierra. Más que una lucha es la batalla entre dos cosmovisiones de la tierra y su tenencia. La una, respaldada por la iglesia, el Estado, la colonia, el oro. La segunda, respaldada por la pacha mama, el jaguar, la anaconda y el yagé. ¿De quién es la victoria o la derrota entre estos dos códigos? O mejor, ¿quién da origen a quién? Creo que una de tus enseñanzas más valiosas es la lectura en espiral de la naturaleza, mientras la leemos ella nos lee a nosotros; no hay otra manera de aprender a leer a los demás.
El español y sus fonemas fue tu segunda lengua. Y la aprendiste para defender tus códigos del código impuesto. Defender que la tierra es un ser vivo y todo lo que en ella habita de una u otra forma está conectado. La serpiente es sagrada y su rastro sobre la tierra indica la forma de los ríos y el camino de la vida. Que la danza en círculo equitativo llama a la fertilidad, saluda a los espíritus, espanta la enfermedad y agradece a la tierra. En el círculo la serpiente trata de engullirse a sí misma como un proceso de eterno retorno o la naturaleza de lo cíclico. Y aunque parezca difícil de creer, muchos de aquellos que se hacían llamar poderosos no sabían leer ni escribir, apenas firmaban con una cruz.
Me he preguntado cuál sería el pictograma o rúbrica que usarían otros Hombres que como tú leían la naturaleza, lucharon por la tierra, la dignidad y la memoria de sus pueblos. ¿Cuál sería la firma del espíritu de Benkos Biohó? ¿Con qué firmarían las almas de los sabios, líderes o chamanes de los Paeces, Kogui, Arhuaco, Wiwa, Kankuamo, Nasa, Misak …? ¿Cómo serían aquellas firmas orgánicas en petroglifo? Dantas, venados, anfibios, estrellas, lunas, soles, águilas, jaguares, hojas mágicas, raíces curativas, deidades en forma de árbol. El arte, la memoria, la magia y la medicina condensadas en un carácter. Hubo hombres antiguos que firmaban sobre piel rocosa con tinta savia embadurnada en sus manos, como queriéndole decir a alguien del futuro: “Yo estuve aquí, ahora estarás tú”.
Hay algo más que capta mi atención, su nombre, el cual me atrevo a interpretar como un tejido: Manuel, una variación de la forma grecolatina Immanuel: “Dios está con nosotros”. Quintín, tela de hilo muy fina y rala que se fabricaba en la región francesa de Quintín, o por ser el quinto hermano, si lo fueses. Lame, o lamé, tela de efecto metálico o brillante de distintas fibras y colores. Chantre, persona que lideraba el coro en las catedrales. Quiero leer una premonición ecléctica en su nombre: “La quinta semilla sembrada por dios tejerá las nuevas voces de su pueblo”. Paradójicamente, en aquel mosaico de nombres elegidos como un azar la palabra texto viene del latín textum que significa tejido. En el diccionario de Nasa yuwe no hay ninguna palabra que se le aproxime a alguno de ellos. Sin embargo, la serpiente venida de Europa solo sabían sisear, nuestras serpientes nativas eran la firma.
Creciste en un pequeño fundo que ocupaba tu familia de seis hermanos en calidad de terrazgueros. Los propietarios de las tierras arrebatadas creían ser dueños de los aborígenes hasta el punto de explotarlos y decidir por ellos su nombre, creencia y destino para asirlos y tratarlos como un activo más de la propiedad. Pero desalambraste el sustantivo nominal impuesto e impusiste tu camino de la serpiente. Cada lucha por los territorios, cada mito de tu inmortalidad, cada 108 veces que te encarcelaron, cuando aprendiste a leer y escribir, cuando aprendiste el discurso de los juristas para defender a los tuyos, cuando moriste por decisión de la vejez… fuimos entendiendo que quien firmaba no era un hombre sino una serpiente.
Comentarios