Sandra Janeth Barreto Méndez
Licenciada en Psicología y Pedagogía de la Universidad Pedagógica
Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte.
(García Márquez, 1982, p. 2)
La obra de Gabriel García Márquez ha sido un referente de identidad latinoamericana. Su impacto cultural ha trascendido las fronteras del idioma y, como bien lo afirmaría él mismo en su discurso La soledad de América Latina, le permitió develar la realidad de esta parte del mundo. Una realidad que llega incluso a desbordar la imaginación. Guerras, golpes de estado, desapariciones, son algunas de las cotidianidades que ha experimentado América Latina a lo largo de su historia, elementos que fueron transcendentales en su obra, permitiendo la construcción de un sin fin de imágenes de Colombia y el continente. Uno de los relatos que logra presentar una imagen de la realidad social y política de Colombia es Un Día de Estos, incluido en Los funerales de la Mamá Grande (1962), el cual ha sido seleccionado con el fin de establecer una relación con las categorías Poética, Catarsis y Mimesis propuestas por Aristóteles, las cuales nos permitirán hacer una reflexión estética en la obra de este autor colombiano.
Desde los griegos se usó el término “poética” para designar la doctrina relativa a todo hacer —a diferencia, por ejemplo, de la “noética”, que designaba la doctrina relativa a todo pensar, doctrina del pensamiento o de la inteligencia—. Emilio Lledó Lñigo (2008) considera la poética como aquel “crear” y luego “representar algo o representar a alguien (artísticamente)”. (Álvarez, 2013 P. 229)
La poética fue una categoría clásica abordada por Aristóteles que abarca el quehacer artístico en general. El poeta es concebido como un creador y productor. Son las creaciones poéticas que utilizan como medio de representación el lenguaje las que dan lugar al ejercicio poético y, en definitiva, al ejercicio literario como se concibe en la modernidad. Conceptualizar el término poética es una tarea hermenéutica que por lo general se vincula con el concepto griego Poiein, el cual está relacionado con la creación, la invención y la producción, entre otras definiciones. Este proceso de creación es expresado por Platón en su obra El banquete como un pasar del no- ser al ser, en el que la labor del poeta corresponde a la del obrero, es decir, como un proceso que cruza el umbral de la no existencia, en el que múltiples fenómenos se asocian para generar una nueva entidad. Azcarate, citando a Platón, lo expone de esta manera:
Ya sabes que la palabra poesía tiene numerosas acepciones, y expresa en general la causa que hace que una cosa, sea la que quiera, pase del no-ser al ser, de suerte que todas las obras de todas las artes son poesía, y que todos los artistas y todos los obreros son poetas.(Azcarate, 1871, P. 341)
Este acto de creación por medio de la palabra se da entonces a partir de elementos que permiten que se construya una nueva obra. En el caso de García Márquez identificamos una poética que se concibe con elementos que produce la realidad social, política y cultura de Colombia. Aquello que posibilita la creación del cuento Un Día de Estos y en general de la obra de este autor colombiano como él mismo afirmó, es la realidad descomunal que afronta América Latina y que da vida a todo un caudal de creaciones. En 1962, año en que se publica este cuento, Colombia estaba viviendo lo que se conoció como el Frente Nacional, un acuerdo entre liberales y conservadores que permitía a ambas partes acceder al poder de manera equitativa, luego de las terribles luchas que produjo esta polarización en el país. El cuento refleja un poco la tregua de estos bandos sin dejar lado una resistencia que persiste desde dos fuerzas políticas e ideológicas contrarias.
El autor toma como criterio para la producción de este relato la descripción de la situación del país a través de sus personajes principales: un dentista y un alcalde, dos personajes contrastados por sus discrepancias ideológicas frente al poder. El relato tiene como una de sus intencionalidades hacer una representación del pueblo y sus dirigentes, hacer una mímesis de la corrupción, de la resistencia civil, de opresores y oprimidos, en fin, de la realidad política y social en la que se encuentra Colombia desde hace décadas. Esta radiografía de nuestro contexto se relaciona con la categoría aristotélica de mimesis (imitación) de la siguiente manera según Sánchez (1996):
Imitar no es reproducir. La imitación artística es, ante todo, creación. Las obras de arte no se reproducen en el sentido vulgar de fabricar cosas útiles o multiplicarlas indefinidamente, como lo hace la industria. El arte no es una copia prosaica de la realidad, sino una imitación poética en el que se añade un matiz de novedad, de exclusividad, que no posee la reproducción. (p.131)
Sin embargo, imitar es un término que no logra contener todo el peso semántico y la complejidad del proceso creador. Por lo tanto, traducciones como la de Díaz (1983) juzgan más adecuado el término “representación comprensiva”, pues mimesis no es reproducir o copiar la realidad, como podría ser interpretado al vincularse con el término imitación; es una actitud, una postura frente a la realidad, es un proceso de selección, de sensibilidad frente a lo que me rodea y quisiera que fuera representado. García Márquez, en su cuento Un Día de Estos, presenta su apuesta política, una apuesta por el pueblo, por la denuncia y por la resistencia, que se puede ver reflejado en fragmentos como:
Sin rencor, más bien con una amarga ternura, dijo:
—Aquí nos paga veinte muertos, teniente.
[…]
—Me pasa la cuenta —dijo.
—¿A usted o al municipio?
El alcalde no lo miró. Cerró la puerta, y dijo, a través de la red metálica:
—Es la misma vaina.
(García Márquez, 1978, p. 24)
Poética y mímesis nos conducen a una apreciación de la realidad; la primera permite ser o existir, y la segunda, imitar o representar. Esta representación a través del lenguaje está vinculada a las acciones, como afirma García (1974): “La tragedia es imitación, no de personas, sino de una acción y de una vida, y la felicidad y la infelicidad está en la acción, y el fin es una acción, no una cualidad”. (p.4). Estas acciones que busca representar el artista deben habituarse al ámbito práctico, lo cual permite un proceso de selección de los elementos que produce el medio, donde la experiencia referida a las acciones de los hombres conlleve a una sucesión verosímil y ordenada conforme a la razón. En este sentido, la representación comprensiva de la realidad nos transfiere a una representación de la vida misma: el arte quiere imitar la vida humana y resaltar su validez universal.
Las acciones que representa García Márquez en su relato no solo están describiendo una época específica; son acciones que trascienden hasta nuestros días, pues seguimos viendo a un pueblo oprimido cuya realidad parece mantenerse igual: un país de oligarquías donde la equidad pasa a ser una utopía, en el que la corrupción está presente, en el que a diario mueren inocentes; es la representación de una sociedad desgarrada por fuerzas políticas que siguen perpetuando las brechas sociales.
Don Aurelio Escovar es presentado como un personaje en el que nos reflejamos la mayoría de colombianos. Al leer este cuento nos convertimos en este dentista por un momento en la medida en que nos permite ser conscientes de nuestra situación política cotidiana. Con su tono irónico exhibe su descontento frente a los manejos del poder político y las desigualdades en las que este país se encuentra desde hace mucho tiempo, donde no es el bienestar del pueblo el que prima, sino en el bienestar de lo privado. Es, por tanto, una acusación del pueblo a sus dirigentes, donde se develan las artimañas frente a los manejos de los recursos públicos. Este proceso de enfrentamiento y liberación frente a una realidad que nos aqueja es concebido por Aristóteles como catarsis.
Es, pues, la tragedia, imitación de una acción esforzada y completa, de cierta amplitud, en lenguaje sazonado, separada cada una de las especies (de aderezos) en las distintas partes, actuando en los personajes y no mediante relato, y que mediante compasión y temor lleva acabo la purgación de tales afecciones. (García, 1974, p. 3)
Aristóteles vincula el concepto de catarsis con la tragedia, sin embargo, este puede extenderse a otras expresiones artísticas donde, a través de un proceso de purgación, el ser humano puede ser liberado de elementos psicológicos nocivos. Este filósofo toma el término catarsis del lenguaje técnico de la medicina, en el que se hace referencia a una expulsión espontánea de sustancias nocivas del organismo para vincularlo ya no como proceso fisiológico, sino como proceso purificador del “alma”, es decir, de las pasiones y las fuerzas instintivas en el hombre. El término catarsis no solo ha sido interpretado desde la fisiología, la religión y la psicología también han aportado en su conceptualización; de esta forma, catarsis es purgación, purificación, liberación, superación de elementos existenciales, sustitución de las pasiones. En palabras de Sánchez (1996):
En sentido religioso, katharsis corresponde al español expiación o purificación, del latín purificatio y este, de purificare; de purus y facere, es decir, hacer puro, en el sentido material “quitar de una cosa lo que le es extraño, dejándola en el ser y perfección que debe tener según su calidad”. […] katharsis posee un sentido psíquico, relativo al alma… significación particular que de la catarsis ha hecho la psicología; especialmente los psicoanalistas, sobre todo, Breuer y Freud, que utilizan el término para designar la operación psiquiátrica que consiste en traer a la conciencia una idea o un recuerdo cuya represión produce problemas mentales, y liberar así al sujeto.(p.143)
La reflexión aristotélica acerca del arte y su efecto catártico se da tanto en el plano del escritor como del lector, en la medida en que el alma es conmovida, en que el relato ya no solo está constituido por líneas con un contenido semántico general, sino que pasan a cobrar un sentido mayor. En el caso de Un Día de Estos, este proceso catártico surge con la identificación con don Aureliano Escovar y cobra sentido en la medida en que como lector me logra inquietar y provocar un encuentro con concepciones como las de ciudadano, poder, clases sociales, injusticia y resistencia civil; concepciones que nos afectan como colombianos. Así como el alcalde sufría con su dolor insoportable, nosotros hemos tenido dolor y desesperación al ver tantas décadas de violencia y corrupción en nuestro país.
Hizo girar el sillón hasta quedar de frente a la puerta, la mano apoyada en el borde de la gaveta. El alcalde apareció en el umbral. Se había afeitado la mejilla izquierda, pero en la otra, hinchada y dolorida, tenía una barba de cinco días. El dentista vio en sus ojos marchitos muchas noches de desesperación. Cerró la gaveta con la punta de los dedos y dijo suavemente:
—Siéntese.
[…] El dentista sólo movió la muñeca. Sin rencor, más bien con una amarga ternura, dijo:
-Aquí nos paga veinte muertos, teniente.
(García Márquez, 1978, p. 24)
Bibliografía
Azcarate, P. (1871.) Platón, Obras completas. Biblioteca Filosófica. Tomo cinco. Madrid
Díaz. A. (1983). Precisión al concepto de mimesis en Aristóteles. Serie de filosofía, Madrid
García Márquez, G. (1982). La soledad de América Latina. Discurso de aceptación del Premio Nobel.
García Márquez, G. (1962). Los funerales de la Mamá Grande. Barcelona
García, V. (1974). Poética de Aristóteles. Edición Gredos. Madrid.
Jiménez, M. (2017). Diégesis: sobre la historia de una confusión. Universidad Autónoma de Madrid. Revista de teoría de la literatura y literatura comparada. Madrid
Sánchez, A. (1996). Catarsis en la poética de Aristóteles. Anales del seminario de historia de la filosofía 13: 127
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