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LAS JUANAS


Neil Henry Arenas Camacho.

Cali, Valle del Cauca.

Profesor hora cátedra en la Escuela de Ingeniería Eléctrica y Electrónica de la Universidad del Valle

Una de las Juanas salió de los matorrales mientras el ejército patriota llegaba al pueblo. Era una mestiza que había resultado blanca, llevaba el cabello oscuro envuelto en una mantilla que mantenía cerrada sobre sus senos con la mano izquierda, en la derecha cargaba un atado de ropa. Pero lo más importante lo llevaba en su cabeza. Había escuchado la conversación de los generales chapetones mientras les servía la comida. Ahora, le entregaría la ropa recién lavada al oficial patriota y repetiría las palabras que había escuchado sin olvidar ninguna. Su mensaje definiría el rumbo de la batalla.


Ilustración: Marcela Vargas / Instagram: marcelavargasartista

Durante la guerra de independencia en Colombia existía un grupo de mujeres que seguía a los ejércitos patriotas en las campañas y las batallas, por lo general eran las esposas de los combatientes. Si bien, el primer párrafo de este documento salió de la imaginación, pudo suceder así. La guerra de la independencia involucró a toda la sociedad y muchas mujeres se encontraban del lado patriota. Entre las muchas actividades que realizaban estaban el apoyo a las guerrillas, el espionaje, llevar correos secretos y ejercer su función de esposas y madres, como las Juanas.


Joaquín de Posada Gutiérrez, historiador colombiano que registró los acontecimientos del siglo XIX, de los cuales fue testigo, en su libro Memorias histórico–políticas: últimos días de la Gran Colombia y del Libertador cuenta que ellas “como hormigas arrieras se dispersaban por los caseríos, y cuando el cuerpo llegaba a la aldea, o al lugar donde ha de vivanquear, ya la mujer le está preparando a su marido [la cursiva es del autor], o le ha preparado el alimento con cuanto ha podido conseguir”. También nos cuenta que se veía marchar alrededor de ochenta mujeres detrás de la gran guardia.


En algunas regiones de Colombia las historias de estas mujeres hacen parte de su cultura. El escritor Marco Antonio Valencia Calle en su libro Leyendas extraordinarias de Popayán rescató la de una de ellas en el relato El fantasma de la Juana patoja. Allí recoge lo que narra la tradición popular sobre Raquel, la Juana patoja. A la que el mismo autor se refiere en otra publicación como Barbarita Aldana.


Durante las batallas, cuando se daban cuenta de que el hombre que amaban no estaba en la fila, lo buscaban sin importar las balas. Dice Posada Gutiérrez: “a veces encuentran, o su cadáver y lo sepultan, o lo hallan respirando todavía”. Cuando estaba vivo hacían lo imposible por salvarlo, incluso “pedir auxilio hasta en el campo enemigo”. En estos amargos momentos algunas de ellas fallecían alcanzadas por los proyectiles enemigos.


Ilustración: Marcela Vargas / Instagram: marcelavargasartista

¿Cómo nuestra sociedad les ha dado la espalda a estas importantes protagonistas de nuestras batallas por la libertad? Son las mujeres base de nuestra historia republicana y no las hemos reconocido lo suficiente. Ellas fueron con nuestros hombres, a veces hombro a hombro, a luchar contra el ejército español, otras a dar valor y apoyo logístico, igual de importante, durante la guerra.


El autor “patojo” también recuerda el cuidado que ellas brindaban a los heridos y a los sanos, las bebidas calientes en los momentos de frío, la preparación de los sancochos a las horas reglamentarias, la costura de los uniformes, el consejo oportuno para evitar que los soldados jóvenes desertaran por hambre y su “actitud sacrificada de meretrices samaritanas”.


De todas las mujeres que estuvieron involucradas en la guerra de independencia es, tal vez, Apolonia “Policarpa” Salavarrieta Ríos, más conocida como la Pola, la más recordada. Por otro lado, el nombre de Evangelista Tamayo es menos conocido teniendo en cuenta que fue participante activa en la Batalla de Boyacá al mando de Simón Bolívar. Como precursora se destaca María Manuela Beltrán Archila, joven mujer que desencadenó la insurrección de los comuneros. Las Juanas también acompañaron a los ejércitos durante los conflictos posteriores a la independencia. Para ese momento ya la Juana patoja estaba jubilada para el mundo de las batallas y se “sentaba a vender panela en la plaza de mercado, ubicada donde hoy está el parque Caldas”, cuenta Valencia Calle, mientras narraba historias de su juventud. Entre otras cosas decía “que su mejor trabajo había sido acompañar en el miedo a nuestros guerreros”.


El fenómeno de las Juanas no es particular a nuestra independencia y contiendas posteriores. Durante las cruzadas mujeres nobles y del común hicieron su parte. Las primeras en el campo de batalla; las segundas hasta sacándole piojos a los soldados. En la batalla de Waterloo cuatro mil mujeres acompañaron al ejército británico y realizaron las mismas actividades descritas. En México fueron fundamentales durante la Revolución Mexicana (1910–1917) las Adelas, también conocidas como soldaderas. Y existen muchos más ejemplos en la historia.


Las mujeres han demostrado su innegable valor en el campo de batalla como guerreras, espías, mensajeras o enfermeras. Ahora, a poco más de un año de conmemorar los 200 años de la batalla de Boyacá, sería justo que se resaltara su participación en los eventos que nos dieron la libertad de España y que no terminen como Raquel, la Juana patoja: “mucha gente dice seguir viendo y escuchando al espectro de la mujer sentada en el parque de Caldas, que narra las epopeyas de Bolívar y el ejército libertador”. Yo preferiría hablar sobre mujeres de carne y hueso, no fantasmas.


Terminada la escaramuza, nuestra Juana recorrió el campo batalla. Escuchó un gemido de dolor. Se acercó, era un joven español herido de gravedad, debía tener la misma edad que su hijo. Se arrodilló, le levantó la cabeza y la colocó en su regazo. Mojó su pañuelo con el agua que traía en su totuma y lo exprimió cerca de los labios del moribundo; lo hizo varias veces.


–M... ma… dre... –murmuró el joven.


–Chis... Descansa… aquí estoy para cuidarte –y comenzó a cantar un arrullo popular.


 

Bibliografía


Valencia Calle, Marco Antonio. Leyendas extraordinarias de Popayán. (SIC) editorial. Primera edición, diciembre de 2014.


Posada Gutiérrez, Joaquín. La Voluntaria. Colombia Contada. Imprenta nacional de Colombia. Primera edición, diciembre de 2012.


Cibergrafía


http://blogs.elespectador.com/actualidad/lacasaencendida/lasjuanas consultado el 20 de abril de 2018.


http://recursos.bibliotecanacional.gov.co/nuevo2/index.php?idcategoria=38000 consultado el 20 de abril de 2018.


https://www.fucsia.co/edicionimpresa/articulo/lasmujeresindependencia/5684 consultado el 20 de abril de 2018.


http://www.eluniversal.com.co/opinion/columna/lasmujeresenlaindependenciadecolombia11499 consultado el 20 de abril de 2018.

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