Acoger la palabra agonizante,
Buscar la mirada entre los ojos
de la muchedumbre,
Ir tras las migajas en busca de señales.
Aspirar a lo impalpable,
Memoria que recorre el cuerpo,
Silencio que cabalga sobre pausadas nubes
de polvo.
Noche, tus sombras parecían cuerpos
abnegados,
Ausencia de ecos rebotados entre paredes,
Cemento plantado de ladrillos,
Una casa vacía ignorada por el viento.
Penumbra, último ajuar de la madrugada,
Desvelos del que vela al amparo
de las sombras,
Arrugas de sábanas pobladas de perfiles.
Te nombro en la espesura,
En la algarabía de los mudos con sus señas.
Te nombro en el silencio de las bocas
Que callan al cruce de las esquinas.
Alfonso Renza Campo
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