Fragmentos
La abuela habita los poemas de amor y los tangos que escucho He tenido que inventar su rostro y sus palabras
para entender la genealogía de mi desesperación
Así
cuando mi alma sueña capítulos de otras vidas
y recuerda historias fragmentadas
dictadas por voces que nunca escuché
pienso en ella
Miro su amor crispando su semblante
y su emoción mientras canta sus canciones
Creo entonces en lo que se transmite
de generación en generación
sin ninguna explicación racional
El sur
Finalmente comprendiste que era el fin
y habías llegado
porque era el sur del mundo
y un inmenso cielo gris sobre el nevado
parecía aguardar la cita
Atravesaste la cordillera
llenándote de todo el verde
y toda la niebla
que desciende por los desfiladeros
allí donde fracasa la angustia
y no somos más que ojos abiertos
atónitos
descubriendo el país de Almaguer
Llegaste
con el alma enferma para siempre
con el espectáculo
No lo pudiste olvidar:
me hablabas
hablabas
hablabas
de aquella fantasía a caballo
la del conquistador
y después la del héroe
que cruzaba los páramos desiertos
donde a veces
cantaba un pájaro de colores
o a veces un hombre con ruana
gritaba el nombre de una mujer
La noche en el jardín
no aligeró tu fiebre
poblada de nombres por mí desconocidos
de viajes laberínticos y cerrados
de promesas que acababan de tomar
definitivamente y para siempre
un rumbo errado
Lo bello
Lo bello
fue dejar que brotaran de nuestras bocas frases
millares de palabras
estrellas cuarteadas
anhelando prolongar la noche
Afuera de nosotros
el viento jugaba en los rincones
en la yerba mojada
en la oscura extensión del infinito prohibido
Lo bello
fue entregarle mis verdades y recibir su cuerpo
escuchar el palpitar de su pasado en sus extraños sueños
Lo bello
fue mirar que renacíamos
Ciudad con volcán
Mientras camino a solas
por la ciudad antigua
te sueño entre mis pasos
e imagino este mundo recorrido contigo
Mi provincia de Hatunllacta
Mi Leona de los Andes
Mi provincia de Quillacinga
Mi encierro de la media luna
En este mundo difícil
hilo las preguntas de cada amanecer
y no entiendo el río Azul bordeado de precipicios
y altas cumbres
tejidas en cuadraditos verdes
donde cada noche y cada día
los caminantes del frío nos unimos para corear la rabia
y de nuevo la esperanza
y seguimos
caminantes atónitos
mirando el nevado
Cuándo estallará otra vez
me dije
Cuándo dirá no más
a la ansiedad que guarda en sus cavernas
Cuando despertará el volcán
haciendo volar la nieve de sus cumbres
Quédate en mí
te dije entonces
Quédate aquí
donde las mariposas grises de la niebla
vuelan para alegrar el aire en los caminos
Quédate a conocer los tesoros que guardo en la cajita
y los pueblos helados de los viajes que haremos
Túquerres
Ipiales y frío abajo
el misterioso río
que anuda el milenario recorrido de mi tierra
a los ríos del pasado
Desde el Mayo al Guáitara
desde Patía a Sibundoy por el Valle de Atures
El mundo
que contigo
no será más para mí este mundo injusto
y falso
y absurdo
que sigo sin comprender
Ni el reproche
de todos mis días
Inti Raymi
Inti Raymi
Ardiente Sol de lata:
hoy te vimos entrar a nuestra casa
y buscar calor en nuestra piel
para dar a tus planetas
Tanta alegría había entre nosotros
que podíamos calentar con ella el mundo
Lluvia
Agua clara y bienaventurada del verano
refresca nuestros poros
Padre Sol
que cobijas de los Andes sus cumbres y hondonadas
ilumina nuestras súplicas
y conserva este amor
entre los motivos de tu luz
Baila en nuestro corazón
sol de los espíritus buenos
y de las almas felices
Alegría
alegría
Inti
padre Sol
padre luz:
destella feliz sobre la Pacha Mama
y pon mis ruegos
sobre las aguas invisibles del río
que silencioso cruza el valle de Atures
Tú
la luz
tú
el amor
Del olvido
I
No volver
es también no haber partido nunca
y haber guardado ese recuerdo
en el fondo del corazón
Ese momento único
es un lugar al que volvemos
¿Cómo?
Él dormita entre oscuras pesadillas
que acechan en la sombra
adelantándose a la luz
llegando antes
mucho antes
ganándole a la prisa del día
¿Por qué dejamos que alguien nos olvide?
¿Por qué dejamos que alguien parta?
¿Cómo se lleva ese adiós que no se dijo
esa palabra que no nombró la voz
el beso cosechado
que se pudrió sin darse?
¿Cómo olvidamos?
¿Cómo inventamos artificiosos ritos
para sobrevivir a un largo amor?
II
Brilla un misterio
en los ojos de mi madre
al navegar el aire coloreado de la mañana
interrogando algo que existe más allá
anterior a nosotras
En el patio de palomas al viento
mamá relata la leyenda de su infancia
y sus manos de vuelo
dibujan para mí entre sus fantasmas
los abuelos que no conocí
Madre agua de los ríos donde se lava el tiempo
Madre lluvia
Madre fuego de olvido
Madre furia
Madre grito escondido en su ternura dispersa
Madre sombra
Madre soledad de amor detenido en los espejos
Su magia hace brotar de los baúles
los trajes que la abuela Alejandrina
vistió para el abuelo
en tardes felices
cuando su amor era un secreto y una daga
baúl cajita de Pándora
magia al revés
herida oculta en el alma lacerada
historia desviada
La voz de mi madre
nombra y canta las palabras de la abuela:
adiós
tarde gris
verano dulce
y su sonrisa cura espejos rotos
y hospitales desahuciados
pule versos
canciones
poemas antiguos
y remienda lentejuelas
de fiestas gozadas hace siglos
Las palabras de mi madre
señalan la falta y el remedio que no llega
el tren que no halló la estación
el vidrio roto
Un hombre de sombrero
Paraguas
bastón y gestos elegantes ronda su leyenda
una mujer dormida
una niña que llora junto a la valija de la abuela
Y yo busco la infancia de mi madre
y la visto con mi delantal blanco
le ofrezco mis cuadernos
y ayudo a sus manos de niña en sus tareas
y quisiera ser yo su madre
para borrar su pena y protegerla
Mi madre
Entonces busco en ella
el rostro desconocido de mi abuela
y presiento en ambas
el amor que atormentará mis historias
cuando crezca
Elvira Alejandra Quintero nació en Cali, Valle del Cauca. Poeta, Doctora en Letras por la Universidad Nacional del Sur de Bahía Blanca, Argentina y actual jefe titular del Departamento de Español y Literatura de la Universidad del Cauca. Ha escrito y publicado cinco libros de poesía: Hemos crecido sin derecho (1982), La noche en borrador (2000), La ventana -Cuaderno de Ana Ríos (2003), La mirada de sal (2005), Los nombres de los días (2008), Memorias de Alejandrina (2011) y 5000 kilómetros al Sur (2013). Y dos de ensayo literario: El viaje: motivo y narración en ¡Que viva la música! (2013) y El pozo de la escritura - Enunciación y Narración en Juan Carlos Onetti (2009).
Elvira Alejandra Quintero con su obra poética obtuvo los siguientes reconocimientos: Premio de poesía Antonio Llanos, Premio Nacional de Poesía Ciudad de Chiquinquirá, Premio de Poesía Jorge Isaacs. Fue Finalista en el Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Cultura de Colombia y Finalista en el Primer Certamen Internacional de Poesía Juan Crisóstomo Lafinur del Museo de la Poesía Juan Crisóstomo Lafinur. En julio de 2018 es galardonada con uno de los Premios “Dámaso Alonso” que otorga la Academia Hispanoamericana de Buenas Letras de Madrid.
En esta edición de Lexikalia encontrarán una selección de poemas realizada por la autora de su libro Memorias de Alejandrina (2011) donde la profesora de la Universidad del Cauca nos habla sobre la belleza bajo el imaginario cultural del Sur.
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