No importa qué epílogo se presente:
sea una soga en el cuello,
con el cuerpo hundido en Ouse,
al término de un disparo
o sólo dentro de una bañera con drogas.
Eso no interesa ante una vida:
de dudas y mente frágil,
fascinada por la muerte;
de una teatralidad subversiva,
puesta en susurros melódicos.
El desahogo crea mundos
sin olvidarse de ser humano,
donde la realidad es una delirio,
sólo una depresión maniática,
donde fuiste un espía boxeador,
y como tantos, con gusto por el alcohol.
De todo ello, de esas vidas, algo quedará:
un par de pinturas, algunas buenas historias,
y un poco de música para acompañar…
Virginia
Ernest
Jim…
O alguien olvidado.
Ricardo García.
Ciudad de México, Mexico
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