–Daniel Collazos–
La sorpresa por la aparición de un tomo jamás visto en su biblioteca es mayor cuando ve que está titulado con su propio nombre. Ahoga la sorpresa con dos sorbos que le otorga la Coke-drink descubierta en la nevera. Aplaza la lectura del otro libro que venía leyendo porque las intoxicaciones le son menos interesantes que leer su biografía. Reconoce en las primeras líneas la niñez y la adolescencia, reconoce en las fotos imágenes que creía olvidadas. Un último párrafo aparece cuando agota la bebida. No hay defunción, sólo un día vivido hace semanas en el cual compró la botella ahora vacía. ¿Quién lo ha escrito? Es imposible saberlo: lo firma un anónimo. Retoma el libro sobre intoxicaciones y lee con dificultad: «pasados varios días del vencimiento, la Coke-drink podría ser mortal». Explora la etiqueta y encuentra en la fecha la muerte que las otras páginas le han privado. Quiere huir del destino fatal, pero su débil cuerpo cae antes de intentarlo. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde el primer trago? Su vista agonizante adivina frente a sí un bolígrafo y el libro biográfico que aguarda la escritura de su último párrafo.
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