–Daniel Collazos–
Soñó la persecución, el callejón, el espejo y el encuentro de las miradas en el reflejo. Soñó los ojos bizcos, el arma, el disparo, la lluvia y la caída de su cuerpo todavía de espaldas al asesino. En resumen: soñó su muerte.
Despertó sabiendo que era tarde. Llovía. Luego de una carrera, vio el callejón y se arrojó a sus sombras. Nadie lo seguía. Temió haber olvidado algún detalle porque su memoria le fallaba; pero no demoró en encontrar el espejo soñado y la mirada bizca. El otro apareció sorprendido en el reflejo. Intentó desenfundar el revólver, pero cayó de una sola detonación. El soñador escapó del lugar y de la ciudad sin que lo incriminaran, aunque su mente no quedó impune. Las esquinas, las multitudes y la noche nunca le fueron iguales. Nunca más recordó un sueño. El resto de sus días vivió esperando otra muerte que jamás soñó.
Comments