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  • Foto del escritorRevista Lexikalia

Dagua, hacia una cartografía literaria

Saúl Antonio Munévar

Cali, Valle del Cauca

Estudiante Licenciatura en Literatura, Universidad del Valle


La literatura regional de Dagua no hace parte de ningún canon literario; simplemente porque todavía no existe como compilación o antología, sin embargo, esto no desvirtúa que existan intentos y suficiente material para diseñar un canon literario dagüeño que alimente al vallecaucano entre dos ciudades importantes con una cultura literaria definida: Cali y Buenaventura. Dagua debe su consolidación como municipio a una necesidad transicional de comunicar a Cali y al resto del país con el mar Pacífico; a esta necesidad, desde la colonia, se registra uno de los primeros caminos coloniales usados por indígenas y viajeros desde Juntas de Dagua (hoy Cisneros) remontando la cordillera y llegando al norte de Cali para continuar hacia Yumbo o Vijes. Desde Cisneros hasta la desembocadura del río Dagua los bogas del río transportaban mercancías y pasajeros. De este tramo es del que más se tienen registros que se sustentan más sobre la crónica que sobre la literatura.


El canon propuesto aquí responde a la necesidad de una visualización de Dagua, ya sea a nivel transicional o periférico. Un canon como punto de inicio para continuar con la búsqueda de una consolidación más fuerte y que alimente la literatura regional y la literatura de viajes donde los autores obligaron a sus personajes a caminar por la cordillera occidental y descender para buscar las primeras aldeas y haciendas sobre la margen del río Dagua hasta dar con Juntas. El nombre de Dagua aparece nombrado 12 veces en María, de Jorge Isaac. Cuatro veces en El Alférez Real, de Eustaquio Palacios, lo que resulta paradójico ya que el alferazgo de la familia Caicedo tenía dominio sobre varias minas de oro ubicadas sobre la margen del río. La apertura de estas minas y la dinámica de viajes es lo que dará vida a lo que hoy se conoce como la cabecera urbana del municipio.


El libro Monografía y Semblanzas de Dagua, del docente Guillermo Becerra, como su título lo indica, no está constituido en su totalidad por fuentes históricas, aunque varios capítulos del libro aportan datos y fechas importantes sobre el origen del municipio y datos básicos sobre su geografía, cultura, economía y folclore. La escritura autobiográfica sobresale en un capítulo a modo de anecdotario compuesto de 86 relatos, anecdotario que podría constituir más adelante una fuente de datos para estudios de antropología o sociología. También dedica un capítulo a leyendas sobre espantos y brujas y relatos que se mueven entre la ficción y la realidad sobre acontecimientos insólitos; uno de los más logrados es Don Eulogio Perlaza, un hombre de posible ascendencia árabe que un día cualquiera desaparece del pueblo y nunca más se volvió a saber de él. También hay un fuerte contenido político de denuncia y crítica a los gobernantes locales del momento. Lo que hace interesante este variopinto libro y amplio espectro de tipos textuales es que los pasajes donde se carece de fuentes primarias de consulta histórica se complementan con relatos autobiográficos, anecdotarios o textos líricos. En el capítulo dedicado al relieve y la hidrografía del municipio usa un poema para describir la escarpada y accidentada topografía del municipio, motivo que tal vez le mereció la denominación de “La puerta del Pacífico”.


Dagua / (…)/ Son tan bellos sus riscos y sus breñas/ Que yo no alcanzo a descifrar su gracia; /Corre un torrente, se agita y despeña/ Y se percibe el perfume de una acacia. / (…)/ De sus cañadas en lo más profundo, / /Do corre el Dagua cansado y pesaroso. / Se observan las bellezas de ese mundo / Que descubrió Pascual, aquel coloso. /Y más allá aquel valle del Salado. /Esa tierra de fuertes campesinos; /Con su torre colonial fortificado (…).

Ilustración: Diego Torres / Cali, Valle del Cauca


El poema usa datos sobre la geografía característica del lugar y referentes reales como el corregimiento de El Salado y la Torre Mudejar, la segunda en el Valle del Cauca. El libro, con su intencionalidad histórica y geográfica, da el espacio al relato y la lírica para explicar, complementar y referenciar hechos históricos y datos importantes. Podría decirse que en aquellos vacíos históricos o no registrados o no compilados es el espacio donde el mecanismo de la literatura se acciona y entra a imaginar y complementar lo que la historia o la Historia no ha podido o querido registrar.


Si hubiese que proponer un mapa literario donde señalar los principales referentes que hacen mención de algún aspecto a nivel geográfico los principales puntos de referencia serían el caserío de Juntas Dagua (hoy Cisneros) y la desembocadura del río en el mar Pacífico. En este punto se señalaría a María y El Alférez Real. El demonio en la proa, de Edgar Collazos; la biografía novelada El mensajero, una biografía de Porfirio Barba-Jacob, de Fernando Vallejo. Esta última iría señalada sobre la vía férrea cuando el poeta huye del país y sale en barco por el puerto de Buenaventura. Más reciente serían Cavilaciones de Maqroll, el Gaviero, de Álvaro Mutis, donde hay referencias indirectas a la carretera Alejandro Cabal Pombo. Ese transitar habla sobre aquella vía y describe el paisaje, la inestabilidad de esta y el río que se ve al fondo. Otra referencia transicional sobre esta vía al municipio es el relato Agua de Lluvia, de José Zuleta. No podría quedarse por fuera el poemario Mi regreso, del profesor Guillermo Becerra y prologado por el doctor y escritor Javier Tafur. Poemario íntimo y romántico centrado en la vida y experiencias en el municipio.


Todos los referentes dentro del campo literario tienen algo en común: Su geografía. El concepto de geoliteratura es definido por el geógrafo y escritor Felix Pillet Cadepón como el estudio de la geografía de un lugar a partir de fuentes literarias. La geoliteratura analiza la relación geografía, paisaje y literatura. Estudia las fuentes literarias como la literatura de viajes que aporta una gran información descriptiva de los paisajes y que muchas veces permite confrontar cómo ve un paisaje un nacional y un extranjero. Resalta la descripción del paisaje en la novela, ojalá la de un paisaje descripto e inmediato al autor a través de sus narradores y personajes. La otra fuente es la poesía, que puede contener descripciones, y está cargada de estética y simbolismo. También el cuento que puede prescindir de descripciones, pero puede ser muy preciso en cuanto a referencias geográficas específicas.

Retomando la obra del profesor Guillermo Becerra, leyendo el aparte de sus relatos mediados por la ficción y la microhistoria se destaca un lenguaje sencillo tomado de la narración oral. Temas sobresalientes sobre apariciones, duendes, brujas y fantasmas. Relatos que nunca dejan de lado referentes geográficos que son latentes y ubican a un lector desprevenido en una región provincial, montañosa, de vegetación exuberante, llena de veredas y corregimientos donde sus personajes no paran de subir o de bajar. Una tierra rica en plantas como gramíneas, adormideras, uñegatos, piñuelos, tuneros, arrayanes. Escenas bajo la sombra de mirtos, matarratones, guácimos y chiminangos. Un pueblo nombrado a partir de lo que la tierra da: “La Carbonera”, “El Limonar”, “El Naranjo”, “El Piñal”, “El Limón”, “Lomalarga”, “El Rosal”. Calles nombradas en sus inicios a partir de animales, como “Colegurre” o “La calle de las chuchas”. Barrios bautizados de acuerdo a las colonias que llegaron y dejó el ferrocarril: “Chapinero”, en honor a la colonia bogotana. “Caloto”, en recuerdo de la colonia caucana. El mismo nombre “Dagua” es una toponimia del río, pero su origen lingüístico está en el quechua o en el portugués. Y antes de llamarse así era dos aldeas llamadas “Caldas” y “Papagayeros”. Caldas, por la colonia caldense; Papagayeros por una hacienda española que nombró a los nativos del territorio de la misma manera y en sus espesos bosques eran común la presencia de aves coloridas.


Antes de la fecha de fundación el territorio fue retratado por cronistas, grabadores, dibujantes y la prensa payanesa del siglo XX que registraba los inicios y avances de la construcción del Ferrocarril del Pacífico. María, de Jorge Isaac, debería ser el referente literario más fuerte del municipio, debería haber una apropiación cultural y literaria que alcanzara los referentes del significado y la simbolización. Pero el único referente de esta apropiación aparece en el Himno a Dagua: Lo romático cubre tu historia/ Jorge Isaacs en María plasmó / Que Efraín navegó por tu río / En la búsqueda de eterno amor. Resulta interesante que un personaje ficcional sea usado en un himno cuya intención es mostrar un reflejo histórico y heroico de un determinado lugar. Hablando del controversial concepto de apropiación cultural, yo prefiero apropiación literaria, cuando he tenido la oportunidad de compartir mis inquietudes sobre el tema de la ficción en Dagua siempre propongo un cuento que me inquieta; El robo, de Tim Keppel. Encuentro en su estructura y estilo aquellas herramientas propias de la literatura regional, el lenguaje oral, el contexto rural y geográfico, la precariedad económica del campesino, el pueblo y la ciudad como entes ajenos y exóticos a la crianza, las costumbres del campo y tesoros tan preciados como un álbum que contiene sólo dos fotografías. Me inquieta la alusión a un reinado de la piña y al de una casa de los bichos que en el referente real era usada como un punto en el camino hacia la vereda El Pajal. Pienso sobre aquellas obras literarias que hacen mella en la realidad y en sus mentiras fingidas y usadas como un camino hacia la verdad.

Más que apuntar a una literatura regional, se optaría por la búsqueda de una literatura producida por la dinámica de la construcción de vías de comunicación. Estos caminos de unión fundacional serían la ruta de una literatura atravesada por ejes fundacionales como el Ferrocarril del Pacífico, las carreteras Simón Bolívar y Alejandro Cabal Pombo, los caminos coloniales entre Cali y Buenaventura, etc. El ferrocarril fue uno de los mediadores fundacionales de municipios limítrofes como La Cumbre, Calima-Darien y Restrepo. El profesor Guillermo Becerra intentó proponer una prosa y una lírica nativista, producida desde adentro y para los de adentro, una propuesta arriesgada que, aunque aún no se ha visto incluida dentro de un canon puede ser la punta de lanza que inicie y una a través de las letras a las distintas veredas y corregimientos con los demás municipios; hijos del tren.


Dagua se ha referenciado literariamente desde la periferia o desde la transicionalidad; es momento para empezar a hablar de ella desde adentro sin dejar de lado la herramienta de la geoliteratura y la cartografía literaria. La geografía, y todo lo que incluye esta ciencia como la vegetación, la fauna, los ríos, la topografía, etc., es uno de los principales referentes que componen las escasa literatura interna y los pasajes literarios escritos desde los límites o desde el paso acelerado del viajero. El cuento Darki, publicado en la revista literaria Lexikalia, es un relato narrado desde la vereda El pajal, perteneciente al corregimiento de San Joaquín. Vereda usada como elemento de estudio por la historiadora Ana Beiba Martínez en su libro Orígenes del municipio de Dagua. Darki está ambientado en un contexto rural donde el asesinato de un perro desata los deseos de venganza, pero donde el personaje principal, Fernando, usa este desprendimiento como un camino a la transformación y a la mudanza de pensamientos y también de lugar. El cuento inicia así: El día en que el nuevo perro llegó a la finca El Pajal, una torcaza bajó al patio a comer el arroz arrojado a las gallinas. El cachorro venía de la mano del abuelo Segundo, había llegado detrás de él como una sombra. El mismo lugar aparece referenciado en otro poema intitulado Cataviento de El Pajal el cual contiene un metatexto dedicado a uno de los personajes del cuento Darky, Segundo. El Pajal, vereda ubicada a unos treinta minutos del casco urbano y que en otrora se caracterizó por su difícil acceso a pie o a caballo es hoy otro de los referentes literarios que se ha empezado a explorar desde las entrañas del pueblo pasando de la periferia y la dinámicas del viaje a registrar relatos y poemas con intenciones de alcance más externas que internas.


Hay la necesidad de una búsqueda exhaustiva de fuentes literarias que se estructuren a través de la ficción. Las fuentes existen, la historia, la microhistoria, la geografía, las crónicas de indias, las crónicas de viajes, los grabados, las fotos antiguas, las fuentes fílmicas (aún por explorar) y la cantera de escritores y narradores anónimos e inéditos. Las fuentes de inspiración están a la orden del día: Juntas de Dagua, que en sus inicios como aldeas fue el primer puerto antes que Buenaventura mientras el río fue navegable hasta su desembocadura. Los bogas del río y su titánica labor de llevar y traer mercancías. Personajes interesantes que navegaron o conocieron aquellas aguas o aquellos caminos en la colonia o en la actualidad: Alexander von Humboldt, Tomas Cipriano de Mosquera, Jorge Isaac, Charles Safray, Edouard André, Porfirio Barba Jacob, Álvaro Mutis, Manuel Zapata Olivella, José Zuleta Ortiz, entre otros.


Luego que el tren con sus talleres se fueron de Dagua el pueblo tuvo que dejar de mirar hacia afuera y empezar a mirar su realidad. Y en su realidad hay una cultura pendiente por edificarse, un canon literario que tiene un punto de inicio pendiente por activarse. Sobre todo una reivindicación de sus símbolos que deben incluir lo literario. El viajero Félix Serret apuntó en su libro Viaje a Colombia 1911-1912 la siguiente visión sobre el municipio cuando todavía se llamaba Caldas: «hay, sin embargo, muchas cosas que podrían quizás un día hacer próspera esta localidad: el encantador paisaje del sitio montañoso en medio del cual está levantada, la salubridad y la suavidad relativa de su clima, que se debe a la altura de 700 metros y la corta distancia de Buenaventura». La balanza de la dualidad ficción-historia está algo inclinada sobre el lado histórico, pero este lado histórico ha sabido alimentarse de la ficción para intentar construir una identidad, falta que la ficción empiece a inspirarse y alimentarse de la historia y la geografía para poder consolidar una cultura literaria.


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