He traído mi cabeza hasta los árboles.
Mi cabeza
debería estar clavada en uno de esos troncos,
pero se ha caído.
Ahora es la pelota de un grupo de niños en
Arequipa.
Niños de pelo negro
arrastran mi cabeza por lo verde.
Tantos años y todavía no recupero mi cabeza,
tantos años he visto crecer y morir lo verde,
tantos árboles caídos y cabezas caídas,
tantas ruinas y objetos preciosos
para que mi cabeza se vuelva a perder
entre los árboles,
y yo siga sentada mirando con deleite
a los niños
y no me atreva a quitársela.
Juliane Ángeles Hernández
Perú
Periodista
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